Mis Novelas.

Mis Novelas.

sábado, 29 de diciembre de 2012

Tentación./ 45º Capítulo.






-Pídeme de rodillas que no te haga nada (...) Vamos, ruégamelo!

-No me toques y apártate. Déjame y nadie saldrá herido.- avisé. Volvieron a reírse.
-Uy, la gatita se rebela.- bromeó otro y metió la nariz entre mi pelo, olisqueando.
-No me toques.- siseé. Di un cabezazo hacia atrás y escuché cómo su tabique se rompía con un ruido sordo. La sangre comenzó a chorrear.
-Puta!- intentó golpearme, pero esquivé el golpe con facilidad. Con una sacudida de hombros me solté del agarre.
-Sigues en tu misma postura?- pregunté al que había empezado todo esto.
-Vas a sufrir cómo nunca lo has hecho en tu vida, zorra.- estavez fui yo la que esbozó una sonrisa sarcástica.
-Tú lo has querido.- Dejé que mis colmillos se extendieran con libertad y sus ojos se abrieron mostrando un rostro completamente aterrorizado.
-Joder!- gritó.

Lo lancé de una patada contra una pared, empezó a chorrear sangre de su cabeza y se quedó inconsciente. Comencé a dejar en el mismo estado a los otros, pero intentando que el primero perdiera la memoria de un golpe, le rompí el cuello sin querer. Cosas que pasan.
Cuando los tuve a todos amontonados e inconscientes, llamé desde una cabina pública a pocos metros a la policía, diciéndoles la posición de los delincuentes y mientras llegaban, escapé.

Abrí la puerta del edificio grande y de colores claros un cuarto de hora después.

-Eh! Por qué huele a sangre humana?- preguntó Emmett.
-Dejé inconscientes a unos violadores.- contesté cómo si fuera algo habitual en mi vida- pero maté a uno sin querer.
-Cosas que pasan.- dijo para sí misma Rosalie.
-Voy a ducharme.

Subí al cuarto de baño del piso superior. Era amplio, sólamente equipado con un lavabo y espejo y una ducha espaciosa con hidromasaje.
Me quité la ropa sucia con polvo y sangre seca y me metí en la cabina. Dejé que el agua caliente corriera por mi dura y fría piel, mas aunque el agua estuviera hirviendo, no conseguiría que minutos después mi epidermis volviera a estar helada como el hielo. Suspiré, faltaban seis horas para ir al instituto a encontrarme con el muchacho de pelo cobrizo y ojos esmeralda que había puesto en dos días mi mundo, asentado durante un siglo, patas arriba.
Cerré el grifo de la ducha mientras me enjabonaba el pelo.
Mi miedo no había pasado. Seguía sin confiar en los licántropos y, lo que era peor, seguía sin confiar en mí.
Confío en ti me había escrito Edward. Ése era el problema: si confiaba en mí, sería más fácil hacerle daño si perdía el control.
Volví a abrir el grifo y el ruido del agua al chocar contra mi piel calló mi grito de frustración.
Apoyé la frente contra la pared llena de gotas mientras el ruido del agua me desconectaba del mundo. No podía dejar de pensar que estaba cometiendo un error al acudir. Entonces, sentí su cálido aliento en mi nuca y mi vello se erizó.

-Deja de preocuparte.-susurró con voz melodiosa.
-No puedo.- gemí.- Soy una maldita irresponsable.- le pegué un puñetazo a la pared. Afortunadamente, no la rompí.
-Sabes que no lo eres.- su mano acarició la mía y deshizo el puño que se había formado en ella mientras me acariciaba suavemente los dedos.- Sigue los dictados de tu corazón y tu instinto. Sé que no me harás daño, confío en ti.
-Pero...- comencé a protestar mientras me daba la vuelta para encararle.
-Sh....- me instó.

Sus ojos esmeralda atraparon mi mirada, y acarició con la punta de los dedos mi mandíbula y mis labios. Yo estaba paralizada, tanto que ni siquiera podía sentir vergüenza a que él viera que yo estaba sin ropa- Sus labios rozaron los míos con el tacto de unas alas de mariposa, cerré los ojos y solté un suspiro.

-Elisabeth!- los golpes de Alice en la puerta del baño me hicieron despertar de nuevo.- No intentes escaquearte, que nos conocemos!

Cuando abrí los ojos, Edward ya se había ido, llevando consigo su aroma, su ilusión incorpórea y mi razón.
Acaso ahora veía alucinaciones? El cerebro de un vampiro podía enfermar hasta tal punto? 
Cerré el grifo y salí de la ducha. Envolví mi cuerpo en una toalla mientras me secaba el pelo. Restregué el vapor del espejo para peinarme y tras haber desenredado todos los nudos, me quedé un rato mirando mi reflejo. Solté la toalla y esta cayó a mis pies, dejándome al desnudo delante del espejo.
Me sentía culpable y rara al mismo tiempo al pensar que, aunque con la alucinación había sentido vergüenza a que me viera como Dios me trajo al mundo, ahora que lo pensaba más profundamente, mi pudor se mezclaba con deseo de que lo que mi mente había reproducido con tanto detalle, fuera real.
Me golpeé mentalmente para espabilarme y salí del baño enfundada en un albornoz encaminándome hacia mi cuarto.

La luz de la luna infundía a mi cuarto los colores de una película en blanco y negro. Para unos, soledad, para otros, paz. Pulsé el interruptor y la estancia adquirió color. Nada había cambiado: el sofá- diván seguía en su sitio, pegado a la pared acristalada; la pared sin ventanas llena de estanterías de CDs con un reproductor de música y una televisión que pocas veces encendía y el libro de Romeo y Julieta desgastado por el uso continuaba rodeado por la mitad encima de mi sofá. 
Me encaminé al armario, pero me di cuenta de que sí había cambiado algo: en una silla reposaban varias prendas de ropa. Las examiné con precaución puesto que nunca se sabía cuando a Alice se le daba por vestirme como una Barbie. Parecía todo normal.
Tras haberme vestido, me miré varias veces en el espejo. Desde cuándo era tan superficial? Se suponía que los vampiros no teníamos complejos! 
Finalmente, me convencí de que los vaqueros pitillo oscuros con dos camisetas moradas superpuestas era un atuendo normal para un día de excursión un sábado en Seattle.
Alice llamó a la puerta.

martes, 25 de diciembre de 2012

Tentación. 44 Capítulo.





Soundtrack: The Volturi (Alexandre Desplat)



-No se suponía que habían muerto?- interrumpió Jasper.
-Qué haces aquí?- pregunté.
-Os escuché y no pude evitar intervenir. Ahora responde a mi pregunta.
-Yo... Bueno...
-Sí?- apremió
-Yo los salvé.- Admití cabizbaja.
-QUÉ!?-  exclamó Jasper. Inmediatamente, Alice y Carlisle aparecieron por el umbral.- TÚ... TÚ ESTÁS DESEQUILIBRADA, NO!? A... A TI LA PONZOÑA TE QUEMÓ LAS NEURONAS, CIERTO!?
-Otra pelea no, por favor...- gimió Esme.
-Jasper, cálmate...- intenté tranquilizarlo.
-QUE ME CALME!?- Alice le tocó el brazo.
-Jasper, Esme lo está pasando mal. Cálmate, cariño.- Él inspiró hondo varias veces.
-Perdona, Esme.- La aludida asintió.
-Jasper, puedes exponer tus opiniones a Elisabeth, pero de una manera calmada.- le recordó Carlisle.
-De acuerdo, empecemos de cero. A qué te refieres con que los salvaste?
-A quién salvó?- preguntó Alice.
-A los licántropos.- respondió. Mi hermana me miró entrecerrando los ojos.
-A qué esperabas para decírmelo?
-Realmente no pensaba hacerlo.
-Te importaría explicarnos todo desde el principio? No estoy entendiendo nada.- pidió Carlisle.

Hice lo que me pidió, intentando no hacer caso a sus pensamientos, sobre todo a los de Jasper.
Cuando terminé...

-Vale, muy bien. Sentiste el impulso (el cual todavía no consigo entender) de salvarlos porque eran sólo niños. Y por eso tuviste que matar a los cuatro vampiros que iban a salvarte?- preguntó Jasper.
-Realmente salvarme era una cosa secundaria, lo que querían era matar licántropos.
-Todos sabemos que uno de los instintos de los vampiros es matar licántropos, sobre todo para defenderse. Además, lo que cuenta es que a los que salvaste iban a matarte, mientras que los que mataste, intentaban ayudarte. Nadie te pidió que lucharas.
-Yo pedí a Riley que los dejara en paz, ya que a fin de cuentas eran sólo niños.
-Iban a romper el tratado.
-Lo sé, pero no entiendo que me pasó. Yo iba a irme!
-Sabes lo que harán los Vulturis cuando se enteren?
-Y por qué iban a hacerlo? Puede haber varios lobos con el mismo pelaje.
-Sabes que nadie puede mentir a Aro.
-Intentaré distraerlo. Pero en caso de que me ocurra no quiero que hagáis nada.- Abrieron la boca para protestar.- Prometedlo!
-A nosotros también nos matarán por incubrirte.
-Entonces id a decírselo.
-No vamos a decirle nada!- interrumpió Alice.- Por qué tienes una opinión tan mala de nosotros?
-No quiero que paguéis justos por pecadores.
-No vamos a abandonarte. Además, le has echo un gran favor a la humanidad.- sonrió un poco.
-No puedes tener ninguna visión?- pregunté. Negó con la cabeza.
-Están los licántropos de por medio.
-En todo caso, si consigues ver algo avísame.- asintió.- Voy a tomar un poco el aire, buenas noches. Jasper, lo siento.
-No sé cómo lo haces, pero eres la única que consigue hacerme gritar.- me mordí el labio inferior con culpabilidad y Jasper rió suavemente mientras me revolvía el pelo. Como si fuera una niña.


Salí de casa y comencé a correr hacia Seattle. No tardaría demasiado.

Fui recorriendo uno a uno los lugares por los que dentro de unas horas pasearía con Edward. Era ya cerca de la madrugada y Seattle sólo se veía viva por las luces unidas a la música sin sentido de las discotecas. Pasaban pocos coches por la carretera, y eso que estaba en el centro de la ciudad.
Decidí explorar el extrarradio, si fuera humana, no lo hubiera hecho ni en broma.

En esos momentos caminaba por los barrios -supuse- marginales de las afueras. Me lo decían los edificios de dos o tres plantas con las fachadas llenas de suciedad y cenizas. Apoyadas en los pocos árboles que el ayuntamiento había plantado allí pata embellecer aquella zona, estaban varias prostitutas; algunas fumaban intentando mitigar el frío y pasar el tiempo, esperando por un cliente. Al final de la hilera de árboles, un chulo discutía con una de ellas, incluso llegando a pegarle.

No había sido buena idea ir por allí. Un gato negro, lleno de pulgas y con un ojo arrancado en una pele, me bufó al cruzarse en mi camino.
Me dispuse a dar media vuelta e irme para casa cuando unos pensamientos soeces me asaltaron acompañados de un fétido olor a tabaco, alcohol barato y cocaína mezclada con marihuana.

-Eh, guapa, se te ha caído un papel.- me avisó el líder del grupo. Sus secuaces soltaron unas risitas.
-Ah, si?- pregunté por educación. No lo creía, pero miré al suelo de todas formas. Inocente de mí.
-El que te envuelve, bombón!- soltó. Las risitas anteriores se conviritieron en risotadas con un alto volumen.

Seguí caminando sin hacer caso. No me gustaban nada sus pintas, y mucho menos sus mentes.

-No te escapes, nena.- un escalofrío de terror y asco recorrió mi columna al oírle el tono en que lo decía.- vamos, quédate un poco más y tómate algo con nosotros, yo invito.- sonrió con sorna.
-No, gracias.- agradecí falsamente sin darme la vuelta y todavía andando.- debo volver a casa y antes encontrar el camino de vuelta.
-Te has perdido?- preguntó otro.
-Sí.
-Pues tranquila.- dijo el primero. Se agarró sus partes y se pasó la lengua por el labio inferior mientras miraba fijamente mi trasero.- yo te enseñaré todo lo que tienes que saber.

Los otros hombres volvieron a reírse estruendosamente y el sujeto líder rememoró todas sus anteriores violaciones. Ahora sabía de qué me sonaba su cara: había salido noticias por múltiples forzamientos sexuales a mujeres.
Rememoraba las caras de terror y sufrimiento, y cuando le pedían con lágrimas en los ojos que por favor no le hiciera nada. Y cómo él disfrutaba con eso.
Se me revolvió el estómago y mi boca comenzó a saber a cobre.
Apuré el paso, pero entre todos me acorralaron y me impidieron avanzar.

-Adónde crees que vas?- preguntó el capullo. Claramente era una pregunta retórica. Dio un paso adelante y me tiró del pelo levantándome la cabeza.- vamos a divertirnos un poco, qué te parece?
-Suéltame.- ordené entre dientes. Soltaron una risotada cínica y me soltó de un tirón la cabeza.
-Sí, es mejor que te puedas mover un poco. Si no no tiene gracia, verdad, chicos?- volvieron a reírse de nuevo.- Bueno, te vamos a dar una ventaja de 5 segundo. Apartaos un poco, muchachos. 4...3...2...1...- Intenté echarme a correr, pero dos me agarraron por los brazos. No quería matar a nadie más hoy. Por muy bastardos que fueran, yo no era nadie para decidir quién vivía y quién no. Pero me ocuparía de ellos de una u otra forma.- Uy, vaya!- exclamó con sorpresa fingida- qué lenta eres!
-Déjame marcharme.- siseé entre dientes.
-Pídeme de rodillas que no te haga nada.- ordenó mientras su adrenalina se disparaba, podía olerlo en su sangre.- vamos! ruégamelo!-me agarró del cuello, pero no notaba la frialdad de mi piel por el jersey de cuello vuelto.



Siento haber estado tanto tiempo fuera, pero tuve un montón de exámenes. Si alguien sigue ahi, gracias por tu paciencias :)

Regalito de Navidad :D 

viernes, 9 de noviembre de 2012

Alas negras (OS)







Soundtrack: Angels will raise- Twisted Jukebox





Instituto nuevo. Primer día. Entré mirando fijamente mis pies enfundados en unas Converse negras de las que jamás me separaba, deseando fervientemente salir corriendo de allí.

No se me daban bien las relaciones sociales-más bien no se me daban, punto-.
Cuando tenía que hablar con alguien, la boca se me secaba, sentía el pulso en las sienes y soltaba lo primero que se me venía a la mente (lo que solía ser alguna contestación cortante). Después me sentía mal, sí, pero no quería pasar por otro mal rato al disculparme.
En los anteriores institutos no había hecho ninguna amistad, por qué iba a ser diferente en este?
La puerta de clase no me dio en las narices por centímetros y me apresuré a sentarme en cualquier sitio libre, lo suficientemente alejada de la mirada del profesor para evitar así demasiadas preguntas.
En cuanto me bajé la capucha, metí la cabeza en el libro intentando ser invisible, pero, de un momento a otro, sentí unos ojos clavados en mi espalda. Antes siquiera de pensarlo, me di levemente la vuelta y allí estaba:
Unos ojos azabache me miraban con tanta intensidad que parecían atravesarme, haciéndome estremecer. Aparté la vista con rapidez, sintiendo calor en las mejillas.


Cuando el profesor volvió a hablar, haciendo caso omiso a los gritos de mi parte racional preguntándome "Pero qué haces!?", me dediqué a observar a través de las pestañas a aquel muchacho. 
Garabateaba en su libreta sin atender al maestro. Aunque de complexión desgarbada, se notaba su espalda musculosa a través de la camiseta negra de manga corta, y los tendones se marcaban en sus brazos cuando movía el bolígrafo sobre el papel.
Su mandíbula era cuadrada, pero no transmitía dureza; sus labios carnosos parecían cincelados en su piel pálida y lisa. Los ojos azabache estaban rodeados por largas pestañas negras y su nariz era recta y perfecta. El pelo oscuro hasta las orejas estaba desordenado -como rebelde que parecía- pero de una forma atractiva.
Aquel muchacho parecía un ángel sacado de algún cuadro neoclásico.
Era tan bello que dolía.

Estaba a punto de ponerme a llorar en mi fuero interno cuando el Adonis levantó la vista, pillándome comiéndomelo con los ojos. Esbozó una sonrisa de superioridad de dientes perfectos y yo aparté la vista con brusquedad, absolutamente avergonzada.


                                                                   -...-

Nathael era un auténtico estúpido y engreído. Lograba sacarme de mis casillas como nadie y en un tiempo récord, y me ponía más nerviosa con él que con ninguna otra persona.
Sus comentarios seductores me sacaban los colores y me hacían tartamudear, lo que luego provocaba que estuviera toda la tarde gritando en mi casa: "Tierra, trágame!", "Soy imbécil. Incluso más que él!" y esas cosas.
No entendía por qué había cogido fijación conmigo, teniendo a la mitad del instituto detrás de él como labradoras o chihuahuas.
Pero lo que más me agriaba el humor era el hecho de que el cruel destino -que jamás había sido benevolente conmigo, por otra parte-, había hecho que me enamorara. Sí, de Nathael.
De aquel Adonis que me hacía tener pensamientos homicidas. De aquel que me había besado por sorpresa en el pasillo (llevándose como recuerdo una bofetada, por cierto).
Sí. De él. De mi polo opuesto. De un estúpido donjuán que estoy segura sólo quería burlarse de mí. Y sabía que me haría daño, mucho daño.
Pero como además de tonta soy masoquista, aquí estoy, buscándolo a las nueve de la noche en una iglesia sin nadie, porque me siento culpable por haberle dicho de todo hoy.

Resollando, lo encontré delante del altar, de espaldas a mí. Tragué una gran bocanada de aire para armarme de valor, pero las palabras se me quedaron pegadas a la garganta.

Un rayo de luz entró con potencia a través de las cristaleras e impactó contra su pecho, donde se encontraba su corazón.
Su cabello y sus ropas comenzaron a a ondear como si una ráfaga de viento lo estuviera atravesando. Estiro los brazos, cual crucificado y un halo de luz lo rodeó.
Minutos después bajó los brazos...

Y un par de esplendorosas alas negras del mismo color de sus ojos, nacieron de sus omóplatos. Suaves, grandiosas, celestiales.
La tela de la camiseta cayó en el suelo de piedra, hecha jirones.

-Oh Dios mío...- fue lo único que pude susurrar.

Nathael se dio la vuelta, clavándome sus ojos oscuros.

-No, no soy Dios. Aunque comprendo la confusión.- soltó con su tono engreído habitual.- Ah, y haz el favor de no blasfemar.

Ni la impresión de verlo en todo su esplendor, como un ángel de alas negras, ni la visión de sus bien definido torso impidieron que mi sangre comenzara a hervir de rabia.
Entrecerré los ojos, intentando lanzar rayos X por ellos (sin conseguirlo, obviamente).

-Grandísimo imbécil.- escupí.

Una comisura de su labio se alzó, mostrando una sonrisa burlona.





Hola! Ya estoy aquí de nuevo!
Este OS es en realidad lo que se me ocurrió de una novela que es probable que escriba en un futuro.
Espero que os haya gustado ^^

SÓLAMENTE UNA SEMANA PARA QUE SE ESTRENE AMANECER PARTE 2!



sábado, 13 de octubre de 2012

Tentación./ 43º Capítulo.





Soundtrack: Roslyn- Bon Iver & St. Vicent.





Me llegó otro mensaje.

"Cómo no vayas con Edward, no volveré a hablarte."

Pero este número sí que lo conocía.

-Alice...- le reñí en voz baja. Sabía que me escucharía.
-Sí?- abrió la puerta y me miró con cara inocente.
-Qué has hecho?
-A qué te refieres?
-No me tomes por tonta. Cómo ha conseguido Edward mi número?
-Lo habrá conseguido en la guía telefónica.- Levanté una ceja. Suspiró, rendida.- Vaale. Que conste que no fue mi intención...- puse los ojos en blanco.- En serio! encontré su número y pensé en llamarlo por ti diciéndole que estabas enferma, pero entonces tuve una visión. Así que le expliqué todo, (omitiendo los detalles sobrenaturales, claro) y dejé que él decidiera. Y no me defraudó.
-Pero Alice, quieres que Rosalie me arranque la cabeza? No te ha bastado con lo que podría haber pasado hoy?
-Elisabeth, lo tengo todo pensado. Estaré mirando tu futuro en todo momento. Si veo que desaparece, iremos a donde te encuentres y te ayudaremos. Jasper y yo estaremos cerca y a Carlisle le parece una idea estupenda.
-No estoy muy segura...
-Como no vayas, no te volveré a hablar.
-Eso es un castigo?- Me lanzó una mirada asesina.- Era broma, pequeñaja.- La abracé.
-Hoy lo he pasado muy mal, Elisabeth. No vuelvas a hacerlo, sabes que te quiero.- susurró a punto de llorar.
-No llores más, Alice.- pedí acariciando su pelo negro.- Yo también te quiero mucho. Está bien, te haré caso.- Se deshizo de mi abrazo con una sonrisa de oreja a oreja y se puso a saltar como un duende. Me reí un poco.- Voy a hablar con Carlisle.
-Sí, sí. Yo voy a jugar con Jazz.- soltó un gritito de alegría y se volatilizó por el pasillo.

Me encaminé al despacho de Carlisle, casi al final del pasillo. Llamé a la puerta.

-Adelante.- me dijo desde dentro. Abrí y entré cabizbaja.
-Molesto?
-Tú nunca molestas, Elisabeth. Siéntate.- seguí sus indicaciones.- qué quieres?
-Siento muchísimo lo que hice, lo único en lo que pensaba era en que no sufriérais ningún daño. Jamás pensé que sufriríais tanto.
-Sé que no lo hiciste con mala intención. Pero no entiendo eso último: "Jamás pensé que sufriríais tanto"? Elisabeth, piensas que no te queremos?
-Sé que no me apreciáis y me tenéis cariño.
-No, hija, no es sólo eso. Para Esme eres como el hijo que perdió, tú despertaste su instinto maternal; yo te quiero como una hija, y Alice, Jasper, Emmett y también Rosalie te quieren. Eres nuestra familia. Ellos sufrieron tanto como nosotros esta tarde.
-Rosalie? Rosalie lo único que quiere de mí es mi cabeza.
-No, Elisabeth. Rosalie también te quiere, porque vi su sufrimiento. Conoces el pasado de Rose, y sabes que no fue fácil.
-El de ninguno ha sido fácil.
-Lo sé, pero ella se siente segura bajo su caparazón.
-Entonces... me perdonas?- me mordí el labio inferior, nerviosa.
-Claro que sí.- sonrió amablemente, y yo sonreí también, feliz.
-Gracias, padre.- le abracé con fuerza. Él me devolvió el abrazo frotándome la espalda con cariño.
-Y nunca más vuelvas a hacer algo así, deja que te ayudemos. Por mucho que quieras, no puedes cargar con todo.
-Está bien, voy a hablar con Esme. Le debo una disculpa.
-Está en la habitación.-inspiré hondo.
-No va a ser fácil...
-Háblale con el corazón, como hiciste conmigo. El amor de una madre lo perdona todo.- sonreí tenuemente, cerré la puerta al salir y fui a la habitación de mis padres. Di unos pequeños toques con los nudillos.

-Adelante.- tomé aire varias veces y entré.

Vi a Esme en posición fetal en la cama, mirando por la ventana y abrazando un cojín. Su pelo ondulado del color del caramelo ocultaba un gesto triste en su cara con forma de corazón.
Posó sus grandes ojos sobre mí y sonrió sin ganas, intentando esconder su tristeza.

-Hola, cariño. Pasa.- El mentón comenzó a temblarme y los ojos empezaron a escocerme. Solté un sollozo ahogado que se me quedó pegado a la garganta. Lo que daría por poder llorar!
-M..mamá..- susurré. Se levantó sorprendida, abrió los brazos y casi me lancé hacia ella. La abracé y hundí mi rostro entre sus brazos, necesitaba con urgencia el consuelo de una madre.
-Sh... no llores, Elisabeth.- empezó a acariciarme la melena para calmarme.- qué te está pasando? se suponía que la única llorona era yo.- me besó la coronilla. Esme era todo dulzura.
-L..Lo siento, no quería hacerte sufrir! A ninguno! Lo único que quería era protegeros!
-Lo sé, lo sé. Y eres muy valiente, pero sentí que me moría cuando te vi salir corriendo con la resolución en los ojos y no pude seguirte.
-Mamá, tú no matarías ni a una mosca.
-Me estás haciendo la pelota llamándome mamá? Porque funciona.- bromeó.
-Lo siento, pero es que... siento que estoy traicionando a mis padres llamándoos mamá y papá a Carlisle y a ti.
-Acaso los niños adoptados no llaman así a sus padres adoptivos?
-Es la costumbre.
-No me lo llames si te sientes incómoda.
-Lo siento de nuevo. La próxima vez dejaré que me ayudéis.
-Me parece muy bien, pero realmente espero que no haya próxima vez.
-Desgraciadamente, presiento que sí. No te has enterado del último chantaje de Alice?
-No. En qué consiste esta vez?
-Bueno, pues Alice le contó a Edward una versión light de lo ocurrido y él me envió un mensaje pidiéndome que fuera de todas formas. Después, Alice me chantajeó para que fuera y acepté. Pero sigo pensando que no debería hacerlo.
-.Ya estamos otra vez, no?
-Eh? es que ya nadie se acuerda de lo que pasó hace unas horas? 
-Los licántropos no tienen por qué enterarse.
-Mi efluvio se mezclará con el de él.
-Pues ya no las apañaremos. Según el tratado no deberían atacar a menos que ataquemos a algún humano. Los demás vampiros nos ayudarán.
-Son sólo niños...- Esme abrió los ojos sorprendida.- El más mayor tiene alrededor de 21 años...
-No se suponía que habían muerto?- interrumpió Jasper.



Chun, Chuuun!!
Espero que os guste, y siento el sentimentalismo..







sábado, 6 de octubre de 2012

Tentación./ 42º Capítulo.



Soundtrack: Your Call- Secondhand Serenade




-Han muerto todos los licántropos, pero también han fallecido Riley, Bree y los otros dos. Me salvé porque Riley me obligó a irme. –Santiago hizo un asentimiento con la cabeza.- Si Aro me llama, dile que por favor sea para mañana, mi familia y yo tenemos mucho de que hablar.
-Está bien.- Se dio la vuelta y se fue.

No sabía como me había salido la voz tan firme y decidida cuando sólo tenía ganas de llorar.
Pero los sollozos de Esme no tuvieron tanta suerte y se desbordaron cual río al que le abren las compuertas del embalse.

-Cómo has podido hacernos esto, Elisabeth?- me preguntó dolido Carlisle. Se me encogió el corazón.
-Me responsabilicé de mis actos.- respondí, intentando que no me temblara la voz.
-Íbamos a ayudarte!- saltó Jasper. Carlisle levantó la mano, indicando que le dejaran hablar a él.-
-Lo hice para no poneros en peligro.- insistí.
-Ya lo has hecho.- bufó Rosalie.
-Rosalie, déjame a mí.- pidió Carlisle.- Ha sido una completa insensatez, casi un suicidio.- me reprendió, con tristeza en los ojos.
-No quería que sufrierais ningún daño.
-No dudo de tus intenciones, pero has errado completamente.  No has pensado por un instante en lo mal que lo hemos pasado?
-Cómo?
-Carlisle, pido permiso para hablar.- rogó Alice. Carlisle asintió.- Elisabeth, de veras no lo pensaste? No sabíamos si estabas muerta, herida, habías huído o lo que había pasado. Yo no podía ver nada porque los licántropos estaban de por medio y no podíamos salir a ayudarte por Santiago y porque no sabíamos si empeoraríamos las cosas. Sabes lo que es esta sensación de angustia e impotencia!?- no pudo contenerse en el último momento y después del grito empezó a sollozar al igual que Esme.
-Era mejor que muriera yo a que murierais todos o casi todos! Vosotros dejaríais a un alma gemela y yo no. Eso sin contar que todo ha sido culpa mía.
-Elisabeth, tú también dejas a un alma gemela y lo sabes.- repitió Alice con cansancio entre sollozos.
-No es momento para volver a ese tema.- interrumpió Carlisle.- vale, muy bien Elisabeth, tienes razón.  Fue culpa tuya (aunque no estoy del todo de acuerdo) y era mejor que muriera uno que cuatro, pero eso ya lo habíamos pensado antes, y aún así queríamos luchar porque, que clase de familia seríamos si te dejáramos abandonada al primer problema?- empecé a respirar entrecortadamente intentando, de nuevo, no sollozar.-
-Disculpadme de nuevo. He sido una insensata, tenéis razón.
-Qué ha pasado en serio con los licántropos?-me preguntó Emmett. Me tensé, pero Esme me sacó del apuro. Tomó aire intentando volver a tomar el control de sus cuerdas vocales.-
-Hoy ha sido un día muy duro para Elisabeth, creo que es mejor que la dejemos descansar.
-Gracias.- subí a mi cuarto y me encerré allí.

Empecé a dar vueltas en la habitación como un león enjaulado. Parecía mentira como una persona podía cambiarlo todo. 
Antes de que Edward llegara, éramos una familia medianamente feliz. Con el paso del tiempo había aprendido a meter en un cajón mis emociones y enseñar solamente una sonrisa ensayada en el espejo para no preocupar a Carlisle ni a Esme; pero ahora sentía esas emociones guardadas explotar en mi interior, como si alguien hubiera puesto dinamita en mi escondite.
Suspiré con frustración y miré al cielo nublado y rojizo, era la hora del crepúsculo. Maldita sea! Estaba arriesgando a mi familia y a mí misma por nada!? En mi cabeza resonaban una y otra vez las palabras de Rosalie, pronunciadas hacía una hora y media: Está arriesgándonos cuándo ni siquiera podrá estar con el muchacho.
La única persona que me hacía sentir viva, era la única que me ponía en peligro de muerte. Cuán irónica podía ser la vida!

Me acosté en el sofá-diván de cuero negro y cerré los ojos, estaba muy cansada. 
El día había empezado tan bien... por la mañana, Edward y yo estuvimos a punto de besarnos y una hora después, estaba enfrentándome a la muerte. Definitivamente, podía escribirse una novela con mi existencia.

Un bip, bip! acompañado de una vibración resonó en el bolso que utilizaba para el instituto. Me levanté y cogí el aparato plateado que había soltado ese sonido. Era mi móvil. El icono con el dibujo de un mensaje parpadeaba en la pantalla, junto a tiene usted un mensaje nuevo. Le di a ok y el remitente era un número que no conocía:

"No hagas caso de lo que dijeron Sam, Jacob y los demás. Yo al menos no lo haré. Si cambias de opinión, te espero mañana a la hora y lugar acordados. Edward"

"No quiero meterte en problemas. Me dijeron muy claro que te dejara en paz. Es mejor que vayas con Ángela. Elisabeth"

Escribí rápidamente. Le di a enviar y me dispuse a esperar. Un minuto después, me llegó otro mensaje:

"A ellos se les va toda la fuerza con la boca. Y déjame elegir a mí mis decisiones. Te esperaré hasta las 9."

Seguidamente, mi móvil volvió a vibrar.

"No me respondas, consúltalo con la almohada. Sé lo que estás pensando, y no es peligroso. Confío en ti."

Confío en ti? Sólo me conocía desde hacía dos o tres días! Pero había acertado de pleno con mi pensamiento...

 Y ahora qué hacía?

viernes, 28 de septiembre de 2012

Tentación./ 41º Capítulo.





Soundtrack: Audiomachine- Land of Shadows





Allí me esperaban cuatro licántropos. El olor era muy fuerte, tuve que dejar de respirar.

-Sí, es ese olor.- Pensó el licántropo de pelo rojizo mientras establecía una conversación telepática con los demás.-

Supuse que sería el que me vio en la entrada de La Push. Se pusieron en guardia, (bueno, un poco más tensos de lo que ya estaban) con el pelaje erizado y enseñando los dientes.

-Vámonos al bosque, no quiero que mi familia vea esto.

Empezaron a andar, dejándome ir a mí delante. No se fiaban de mí, y mucho menos al ver que no oponía ninguna resistencia. Sabía reconocer una derrota, y sabía que no valía la pena que mi familia muriera para intentar salvarme. Estarían mucho mejor sin mí. Yo nunca debí haber existido. Debería haber muerto aquella noche de 1918, cuando un vampiro mató a mi familia humana, y la siguiente era yo.
Me paré en la mitad del bosque y me di la vuelta.

-No voy a oponer resistencia, ya que no quiero que nadie muera por mi culpa. –bajé la voz.- Al iros, tened cuidado, han enviado a cuatro vampiros. –me quedé quieta y cerré los ojos, esperando que no doliera demasiado.
-Será posible? En serio va a dejar que la matemos sin más?
-Y nos avisa para que sepamos la última oportunidad que tiene para salvarse?
-Será emo?-todos miraron para el último, con incredulidad.
-Tú eres tonto?
-Va, cuanto antes mejor, no vaya a ser que cambie de opinión.

Tomé aire y me despedí de mi familia, deseándoles que fueran felices ahora que yo no iba a estar. Uno de ellos gruñó pero escuché las mentes de los cuatro vampiros. Ahora que hacía? Los delataba o no?

-Paul, vámonos tío, he escuchado algo.
-Queréis que mate a Edward o qué?- me tensé. Por qué todos pensaban eso de mí!?-
-De acuerdo. Pero date prisa, joder!- pude sentir como salivaba el licántropo por poder cazar una nueva presa.- Apúrate, Paul! Los vampiros están cerca, oigo pasos a pocos metros!
-Paul, lo voy a hacer yo.- le dijo otro.
-Ni se te ocurra!- gruñó el aludido.
-Por qué!?
-Porque hace mucho que no mato a un chupasangres.
-Eres un sádico.
-Lo que tú digas.
-Hazlo de una maldita vez, estoy oyendo pasos!
-Vale, joder!

Pero de repente escuché un aullido de dolor. Abrí los ojos. Los cuatro vampiros estaban atacando a esos muchachos! (el más mayor tendría como 21 años).
Solté un chillido y me abalancé sobre Riley, quitándolo de encima de un lobo color oscuro. Tras chocar contra un árbol, se quedó mirándome incrédulo, reflejando mi propio rostro.

-Qué estás haciendo!? Estamos intentando ayudarte!- 

No lo sabía, fue un autoreflejo. No sabía por qué, pero fue como si ese lobo fuera Edward, aunque fuera imposible. En primer lugar porque el muchacho en cuestión se llamaba Paul.

- Apártate o lucha.
-Riley, es sólo un muchacho.
-Es un licántropo! Y quieren matarte! Eres suicida o que!?
-Y si les dejamos ir? De momento no han matado a nadie…
-Eres imbécil. Tú te escuchas cuando hablas?- Mientras Riley seguía halagándome, yo leía la mente de aquel hombre lobo que respondía al nombre de Paul. Estaba en shock.-
-L- la chupasangres a la que quería matar está intentando salvarnos… tal vez debería dejar de tomar cerveza…- se escuchó un aullido de dolor.- Jared! Mierda.
-Vete si no quieres luchar. Es la última vez que te lo repito.- me avisó Riley.

Me di la vuelta para irme. El vampiro ya pensaba en la victoria. Eran cuatro contra cuatro, pero los vampiros solíamos tener mejores cualidades físicas, por mucho que los licántropos quisieran negarlo.
Volví a escuchar otro aullido de dolor junto al de un vampiro al que le habían arrancado algún miembro o trozo de carne. Ya no podía soportarlo más, eran sólo niños. 
Quise correr y volver a casa, pero en lugar de ello, mis piernas se movieron en sentido contrario y empecé a luchar para ayudar a los perros. Mi razón no funcionaba, sólo mi instinto depredador. 


Nunca sabré lo que pasó en mi cabeza para perder el control de aquella manera como nunca antes lo había hecho.


Empecé por Riley, mientras los lobos gigantes se defendían. Pensándolo bien, tampoco hacía algo tan, tan, tan malo. Había matado, sí, pero había salvado a unas cuantas personas de morir desangradas, sobre todo en Seattle. 
Morder, descuartizar, hacer el montón y quemar. La teoría de la selva. Oh, bueno, y si puede ser, que no te muerdan. 

Después de haber acabado con los cuatro vampiros, de los cuales sólo conocía a dos, Riley y Bree, los metamorfos se quedaron mirándome perplejos, tanto, que no sabían ni pensar. Paul echaba humo, por su orgullo herido a causa de que un vampiro le hubiera salvado. Me quedé mirándolos con cara de póquer, esperando su resolución. Con cuanta calma podía esperar mi propia muerte!

Tras varios minutos en silencio, fueron dándose la vuelta uno por uno, obedeciendo la orden del muchacho más mayor, un tal Sam, un lobo de color azabache, en conjunto con sus ojos. 
Empezó a temblar y de un momento a otro volvió a ser humano. En un principio me asusté por si al convertirse se quedaría como Dios lo trajo al mundo, pero afortunadamente tenía unos pantalones vaqueros cortados por la rodilla. El mismo atuendo con el que había visto hacía unas horas al quileute que llamó por Edward. 

-Gracias- aún estaba desconfiado.- No te mataremos, pero no vuelvas a acercarte a Edward. Es un quileute más y lo defenderemos como tal. Si sabemos que sigues viéndote con él y que le haces algún daño, no responderemos y acabaremos contigo ipso facto.- asentí con la cabeza en un movimiento casi imperceptible. Sam se fue, dejándome allí en medio de mis pensamientos.


No podía entender lo que me había pasado. Había luchado contra mi propia especie para defender a la enemiga, los cuales, además, querían matarme. Por qué nunca podía ser medianamente normal? Por qué no podía ser como mi familia? Me encaminé andando a casa, temiendo en todo momento que los metamorfos cambiaran de idea.

Abrí la puerta de la vivienda y entré al salón. Todos en cuanto me vieron soltaron un suspiro de alivio. Alice y Esme trataban de controlar los sollozos que salían de sus gargantas. Santiago me miró esperando respuestas.






viernes, 14 de septiembre de 2012

Tentación./40º Capítulo.























La segunda imagen es de: http://que-oveja-tan-estupida.blogspot.com.es


Soundtrack: Creep- Radiohead




Me había sorprendido mucho que Jasper se preocupara de esa forma por mí. Siempre lo había visto tan serio, tan recto, con tantos remordimientos por su vida pasada, tan tenso para controlar su sed… y sobre todo, con su cuerpo lleno de cicatrices espeluznantes. Ahora me resultan familiares, pero recuerdo perfectamente aquel escalofrío de terror que me recorrió la primera vez que le vi…

[Flash Back]

Estábamos todos temblando de nerviosismo al saber que Alice llegaría en cualquier momento. Las manecillas del reloj parecían no querer moverse, pero todos los nervios se convirtieron en tensión.

-Alice viene con alguien.-anuncié apretando la mandíbula. Escuchamos abrirse la puerta.
-Ya he vuelto!- anunció la voz cantarina de Alice.

Fuimos a saludarla, pero nos quedamos congelados al ver al vampiro que la acompañaba. Era realmente espeluznante.
Tenía todo el cuerpo lleno de cicatrices de mordeduras de vampiro, (la ponzoña dejaba una marca imborrable incluso en nuestra marmórea piel) señal clara de peligro, y unos ojos carmesíes tan vivos como espeluznantes.
Me agaché en posición defensiva y Emmett soltó un siseo amenazante mientras cuadraba los hombros.

-Tranquilizaos, por favor. No es lo que pensáis.- nos pidió Alice.
-Cómo quieres que nos tranquilicemos con este mordedor* aquí delante!?- chilló Rosalie.
-Por favor… - le pidió Alice  a Don Espeluznante mientras lo miraba.

De repente, empecé a sentirme mucho más relajada, al compás que volvía a mi posición original.

-Qué me está pasando?- pregunté sintiendo como si estuviera a punto de desvanecerme. 
-Se llama Jasper y su don es controlar los sentimientos. – respondió Alice. 
-Vale, podrías explicarnos todo mientras tu nuevo amigo deja de hacernos sentir como si hubiéramos fumado marihuana?

[Fin Flash Back]

Escuchamos la puerta abrirse de repente, y alguien subiendo a toda velocidad por las escaleras. Alice se plantó de repente al vernos, a Esme consolándome y a mi sollozando, sentadas en el suelo, en medio del pasillo.

-Elisabeth!- chilló Alice arrodillándose a mi lado y a abrazándome.- qué te han hecho esos malditos perros!?- empezó a inspeccionarme las extremidades como si esperara verme si un trozo de carne. (otra cosa no podía ser, los vampiros no teníamos traumatismos)
-Qué ha pasado? –Jasper apareció de repente. Estaba tan disgustada que aunque no tenía el escudo, no me enteraba de nada.- cómo ha ocurrido esto?
-Llevé a Edward a la frontera de la reserva y un licántropo reconoció mi efluvio de vampiro. –Jasper tensó la mandíbula para no juzgarme, pero sabía perfectamente que era una irresponsable y que había puesto a mi familia en peligro por una estupidez.
-Qué has hecho para echarnos los perros encima?- preguntó Rosalie en tono mordaz en cuanto subió las escaleras seguida por Emmett. 
-Llevó al muchacho hasta la frontera porque estaba lloviendo, pero un licántropo reconoció que era un vampiro.- respondió Jasper por mí.
-Desde cuando somos taxistas? Y ahora tenemos que arriesgarnos por esta tontería!? –me miró con furia.- Eres una estúpida irresponsable y nos estás poniendo en peligro a todos por una estupidez! –Jasper comenzó a calmarla.- Deja de utilizar tu don conmigo, Jasper!
-Estás reprochándole que hable con su alma gemela
-Venga ya! Si ni siquiera ella lo reconoce, por qué voy a tener que tomar eso como una excusa!? Al fin y al cabo, es su alma gemela, no la mía!
-Qué harías tú si no te permitiéramos estar con Emmett?
-Yo no arriesgo a nadie estando con Emmett. En cambio, ella está arriesgando a todo el mundo cuando ni siquiera podrá estar con el muchacho. Si es que salimos vivos de esta…
-Deja de ser pesimista, Rose! Es posible que los licántropos no decidan atacar porque saben que no pueden hacer demasiado con todos los vampiros.- interrumpió Alice
-Crees que una manada de licántropos se rendirá ante cinco vampiros? Habrá bajas, pero por los dos lados.- replicó Emmett, hablando por primera vez. Ni siquiera me miraba a los ojos.
Me sentía como una escoria.
-Piensas levantarte de una vez o qué?- me exigió Rosalie de malos modos.
-Rosalie!- le reprochó Alice
-Cállate, Alice. –le ordenó Rosalie, mirándola con furia.

Jasper se puso delante de su alma gemela, enseñando los colmillos levemente. Emmett le respondió del mismo modo añadiendo un bufido. Esme se tensó y comenzó a respirar con irregularidad.
Maldita sea, estaba destruyendo a la familia! Me levanté entre tambaleos. Esme se levantó rápidamente, sosteniéndome, preocupada.

-Lo siento- dije con voz débil. Rosalie me miró echando fuego por los ojos-
-Que lo sientes? QUE LO SIENTES? Realmente piensas que así arreglas algo!? Que vas a decir si alguno de nosotros muere, eh? “lo siento muchísmo”, “no fue mi intención…” o huirás como haces siempre que algo no te gusta!? Maldita cobarde, todos tenemos siempre que quitarte las castañas del fuego!
-Rosalie…- murmuró Esme atónita y dolorida. Rosalie estaba sacando a la luz sus pensamientos sobre mí. Sólo le faltaban los cuernos y el rabo de flecha para convertirse en el diablo.
-Tienes toda la razón.- coincidí
-Eso ya lo sé- interrumpió airada.
-Discrepo- pensó Alice.
-Emmett, suéltala por favor. –me miró confundido pero apartó sus manos de hierro de los hombros de Rosalie.- Quieres pegarme, Rosalie Hale? –todos abrieron los ojos aterrorizados.- Quieres hacerme pagar por mis errores? Quieres educarme? Hazlo. Descarga tu furia conmigo. Pégame. Dame una bofetada que me cruce la cara. Estámpame contra la pared. No me defenderé ni te lo reprocharé. He hecho demasiado daño a esta familia como para no recibir mi castigo.-Rosalie comenzó a temblar.

-HAZLO SI ESO ES LO QUE DESEAS,- proseguí.- SI ESO TE VA A HACER SENTIR MEJOR! ERES ROSALIE HALE, HIJA DEL BANQUERO GERARD HALE! Y en cambio, que soy yo, eh? Una doña nadie.  HAZ VALER TU NOMBRE Y DAME MI MERECIDO!-No sabía si me había vuelto loca, lo único de lo que estaba segura era de que necesitaba algo para sentirme mejor.

Todos se habían quedado sin respirar, aterrorizados. Rosalie y yo estábamos frente a frente. Mirándonos a los ojos. 
Di un paso hacia ella. Rosalie levantó el brazo izquierdo, temblorosa, casi involuntariamente, debatiendo en su interior entre lo que estaba bien y lo que ella deseaba. Levanté un poco el rostro y cerré los ojos. Esperando el golpe.

-Ni se te ocurra ponerle la mano encima, Rosalie.- abrí los ojos al tiempo que los demás giraban la cabeza a la proveniencia de la voz… Carlisle.
- C-Carlisle…- suspiró con alivio Esme. Salió corriendo hacia él y se abrazaron. 
-Tranquila, ya estoy aquí…- le susurró intentando calmarla. Nos miró a Rosalie y a mí.- Se puede saber que está ocurriendo aquí!?
-Elisabeth acompañó a Edward hasta la reserva porque llovía, pero aunque lo dejó a la entrada, un licántropo reconoció su efluvio de vampiro y es posible que vengan hacia aquí.- resumió Jasper.
-Gracias, Jasper. Y por eso dos de mis hijas se iban a pelear?
-Por ESO!? Carlisle, vamos a tener que luchar contra los metamorfos! No sabemos cuántos son y alguien podría morir!- exclamó Rosalie.
-Las cosas no se arreglan a bofetadas, Rosalie, y creía habértelo enseñado.
-Elisabeth me lo pidió!- se agarró a un clavo ardiendo
-Escuché los gritos desde la entrada; pero eso no es excusa, Rosalie. La culpa es del que levanta la mano.
-Arg! Siempre te pones de su lado! Lo has hecho durante todo este siglo!
-Rosalie, no estás siendo justa- intervino Esme.
-Y tú igual! Y Alice igual! Todos igual! Todos estáis en contra mía! –empezó a gritar Rosalie, moviendo los brazos. Jasper la calmó.- Jasper, para...-pidió con tono repentinamente somnoliento.
-No, Rosalie. O te calmas o te dejo en estado vegetativo
-Imbécil.- murmuró la aludida. Alice bufó.- De acuerdo, me voy. Seguid todos como perritos falderos a esta estúpida. Vámonos, Emmett. –él no se movió.- Emmett… no pensarás luchar!
-Claro que sí
-Cómprate un perro de peluche y lucha contra él si te aburres, pero tampoco hace falta que te mates!
-Elisabeth es mi hermana y voy a protegerla. –me empezaron a picar los ojos. De nuevo, tuve ganas de llorar.
-Emmett, si esto es una broma, no tiene ninguna gracia.-advirtió su alma gemela.
-No es ninguna broma.
-Está bien, lucharé. Pero no por ella.- se rindió. Miró hostilmente en mi dirección.- Como le ocurra algo a Emmett, no lo contarás.- asentí casi sin mover la cabeza. Yo no les había pedido que lucharan, pero Rosalie nos haría un favor, a mí y a toda la familia, si me mataba en caso de que algo malo le ocurriera a alguno.-
-De acuerdo. Vamos a ver, esto es lo que nunca debéis hacer… -comenzó a explicar Jasper.

Pero yo no le escuchaba, un guardia de los Vulturi venía hacia aquí. Se escuchó un golpe fuerte en la planta baja, y después del susto inicial, bajamos a toda velocidad. Nos encontramos a Santiago en la puerta.

-Qué ocurre?- preguntó Carlisle.
-Los licántropos están en la frontera. Dicen que no vienen a luchar, sólo quieren a Elisabeth Cullen y se irán. Pero ya hemos enviado a cuatro vampiros para tenderles una emboscada…- no le dejé terminar. Salí corriendo hacia la frontera.



*Rosalie se refiere con lo de mordedor a los objetos que utilizan los bebés para morder cuando les están saliendo los dientes. Estaría designando a Jasper como un mordedor para vampiros.

No intentéis entender a Elisabeth. Su mente es como la mía, objeto de estudio. xD
Qué ocurrirá ahora? Claramente los licántropos quieren matar a Elisabeth...
Lo descubriréis en el próximo capítulo!

domingo, 9 de septiembre de 2012

Tentación./ 39º Capítulo.






Soundtrack: Hearing Damage- Thom Yorke





-Edward!? Eres tú!?- nos sorprendió una voz a lo lejos.
Era un muchacho musculoso, moreno, con el pelo negro y corto y vestido solamente con unos tejanos cortados a la altura de la rodilla. Un licántropo.

-Bueno… gracias otra vez por traerme.- sonrió avergonzado.
-De nada. Parece que ha dejado de llover.
-Sí. Hasta mañana a las ocho, no?
-Sí. En el instituto. Te llevo yo en el coche.
-Vale
-Acuérdate de Amanda
-Vale.

Abrió la puerta, salió, la cerró, cogió la moto y saludó al licántropo. En cuanto Edward se acercó un poco a él, el hombre lobo abrió las aletas de la nariz y abrió desmesuradamente los ojos.

-Maldito chupasangres…- pensó

Arranqué y me fui a casa a toda velocidad. Mierda, mierda, mierda…!
Seguramente mañana no habría excursión. Sería lo mejor.

Llegué a casa preocupada por si alguien me seguía. Entré a toda prisa cerrando la puerta con un portazo.

-Y ahora qué te pasa!?- me exigió en tono mordaz Rosalie, que estaba sentada en el sofá leyendo un libro.
-L-licántropo- respondí hiperventilando. Se levantó casi saltando del sofá, hecha una furia.
-Lo sabía! Es que lo sabía! Qué has hecho ahora, imbécil!?- empezó a sacudirme cogiéndome por los hombros. Me la sacudí y le enseñé los colmillos mientras gruñía.
-Qué está pasando aquí!? –gritó Esme entrando en el salón.- Rosalie, Elisabeth! Tranquilizaos ya!
-La imbécil de Elisabeth nos ha echado a los licántropos encima!- gritó Rosalie.
-QUÉ!? Elisabeth, tú… -Esme me miró con una mezcla de miedo por los licántropos y pena. 
-No, no, NO! –grité- No lo he matado, si eso es lo que pensáis!
-Genial, lo ha desangrado. –bufó Rosalie.- Y cuando recupere la conciencia se lo contará a todo el mundo y los Vulturis se tendrán que hacer cargo matando a medio Forks, si es que no mata también a uno de nosotros! Y luego los perros se encargarán de los restos!
-Deja ya de montar películas!- exigí
-Rosalie, cálmate. Elisabeth, cuéntame que ha pasado. Y repliega los colmillos. –ordenó Esme. Rosalie soltó otro bufido y se fue dando un portazo.

Inspiré varias veces y luché para replegar los colmillos. Fui a la nevera a por un vaso de sangre, la boca me sabía a cobre.
Me senté en el sofá junto a Esme.

-Y bien? Comienza
-La verdad, no sé por donde empezar…
-Por el principio, siempre por el principio
-De acuerdo. Edward y yo nos sentamos juntos a la hora del almuerzo. A la salida, estaba lloviendo y él no tenía coche, sino moto, por lo que me ofrecí a llevarlo a casa.
-Entraste en la reserva!?
-No, lo dejé en la entrada, pero un licántropo fue allí al escuchar el motor del coche, me parece que era el hombre lobo que vivía con él. Cuando Edward fue a saludarle, él reconoció el olor, se enteró de que yo era un vampiro y no estoy muy segura de si me van a seguir o no.
-Está bien, llamaré a Jasper. Tenemos que estar preparados.
-Preparados para qué? No pensaréis luchar…
-No pienso enviar a la muerte a un miembro de esta familia
-NO! ESME, POR FAVOR!
-No pienso discutirlo
-Esme! Es responsabilidad mía! No os arriesguéis por mi, por favor!

Subió a su habitación haciendo caso omiso de mis ruegos y se encerró allí para que no pudiera impedirle llamar a Jasper. Subí igualmente y llamé fuerte a la puerta. 

-Esme! No lo hagas, por favor! –empecé a oír murmullos. Bajé mi escudo mental.

-Qué ocurre?- preguntó Jasper cogiendo el teléfono
-Elisabeth ha tenido un problema con los licántropos.
-Ella está bien!?- preguntó preocupado
-Sí, sí. Está en el pasillo aporreando la puerta de mi cuarto. Jasper, creo que vienen hacia aquí.
-QUÉ!? Vamos enseguida
-Vale, yo avisaré a Carlisle.- colgaron a la vez

-ESME! NI SE TE OCURRA! ABRE LA PUERTA! –no me iba a hacer caso, de modo que me preparé para derribarla de una patada. –una, dos…- susurré entre dientes preparándome. 
-Ni se te ocurra, jovencita –me avisó abriendo la puerta.- No tienes nada que hacer, tus hermanos vendrán enseguida y Carlisle saldrá del hospital en unos instantes.
-P-pero… -empecé a sollozar.
-Hija?- me preguntó preocupada y a la vez sorprendida.- Nunca la había visto sollozar de repente…- pensó.
-Por qué hacéis esto? Por qué os arriesgáis por mi? –pregunté entre sollozos.
-Porque eres parte de la familia, y las familias se ayudan entre sí.
-N-no quiero que luchéis. Yo asumiré las consecuencias de mis actos.
-No lo permitiré
-No podría cargar en mi conciencia la muerte de uno de vosotros por mi irresponsabilidad
-Lo hecho, hecho está.
-Madre…- volví a sollozar. Me abrazó con ternura, sin juzgarme, y eso me hizo sentir todavía más culpable.
- No dejaremos que te ocurra nada. Te queremos y no podríamos soportar perderte

Ella está bien!?” las palabras de Jasper resonaron como campanas en mi cabeza. Nunca habíamos tenido una relación más especial que la que tengo con el resto de mis hermanos. Sólo con Alice tenía un vínculo especial. 
Me había sorprendido mucho que Jasper se preocupara de esa forma por mí. Siempre lo había visto tan serio, tan recto, con tantos remordimientos por su vida pasada, tan tenso para controlar su sed… y sobre todo, con su cuerpo lleno de cicatrices espeluznantes. Ahora me resultan familiares, pero recuerdo perfectamente aquel escalofrío de terror que me recorrió la primera vez que le vi…


Empiezan los problemas...
Atacarán los licántropos? Qué pasó en el primer encuentro con Jasper?
La respuesta a estas preguntas y mucho más en el siguiente capítulo!


sábado, 1 de septiembre de 2012

Tentación./ 38º Capítulo.




Imagen propiedad de: http://que-oveja-tan-estupida.blogspot.com.es/


Soundtrack: Done all wrong- Black Rebel Motorcycle Club (escuchar hasta que aparezca el siguiente)




Durante toda la hora me quedé pensando en lo que había pasado. Si Edward se sorprendía porque sabía hablar francés, que pasaría si descubría que yo era un vampiro? No quería ni imaginarlo.

Pasaron las dos últimas clases. Salí al exterior para irme a casa en mi Volvo, pero, para variar, estaba lloviendo.

-Elisabeth!- me llamaron cuando iba a poner el pie izquierdo en el asfalto para encaminarme a mi automóvil plateado. Me di la vuelta.
-Hola, Edward. -Le saludé con una sonrisa.
-No tienes paraguas?- le miré confundida
-No, por qué?
-Porque está lloviendo, tal vez?
-Oh, cierto. –el agua no me hacía otra cosa que mojarme. Ni siquiera cogería un resfriado.
-Cómo se te ocurre estar en Forks sin un paraguas? Ni siquiera llevas chubasquero!
-Es que… me lo olvidé- mentí
-Bueno, toma el mío. –se lo quitó y me lo tendió
-Qué haces? No, no puedo aceptarlo
-Por qué no?
-Tienes paraguas?
-No
-Responde eso a tu pregunta?
-Acéptalo, no me gustaría que pillaras un resfriado.
-No, tú eres el que vas a pillar el resfriado. Quédatelo tú. Además, mi coche está muy cerca.
-No pienso permitir que…
-Calla –le corté- Sé lo que me hago. No lo pienso aceptar.
-No voy a conseguir hacerte cambiar de opinión?- negué con la cabeza- Bueno, -suspiró- también se dar un caso por perdido.
-Veo que por fin te das cuenta –refunfuñó algo ininteligible.
-Me dejas al menos que te acompañe a tu coche? O no tienes?
-Pues claro que  tengo! Tienes tú uno que arranque?
-No exactamente
-Piensas ir andando hasta la reserva!?
-No. Te gustaría ver a Amanda? –le miré con cara de completa consternación.
-Vas montado encima de alguien?- Soltó una carcajada. Realmente no había estado muy avispada con ese comentario.
-No puedo creerme que TÚ hayas dicho eso.
-Lo siento, se me han fugado las neuronas.
-Ven te la enseñaré. Ten cuidado, como sigas tan lenta de reflejos te atropellará alguien.

Solté una risa-gemido porque probablemente se llevaría más daño el coche que yo. Seguí a Edward por el aparcamiento empapándome.
Um… mi ducha no le vendría bien a la tapicería.

-Tachán!- me mostró con entusiasmo un vehículo de dos ruedas con un lacado negro y brillante.
-Es… una… moto
-Sí. Una auténtica Harley Davinson.
-Y… cuántos siglos tiene esa… antigüedad?- frunció un poco el ceño
-Es de los 50, un auténtico clásico. Hace unas semanas mi primo y yo la terminamos de restaurar. Él ya tenía una, así que me dejó ésta para mí.
-Bueno. No quiero quitarte la ilusión, pero las motos para Forks no son demasiado prácticas. –Miró al cielo aunque aún no había escampado y frunció los labios.-
-De eso ya me he dado cuenta
-Quieres que te lleve?– le ofrecí. Debí haberme mordido la lengua. Si entraba en la reserva, me metería en un buen lío.
-No hace falta
-No me siento tranquila sabiendo que vas a conducir eso en el asfalto mojado.
-Eso es mi medio de transporte mientras no consiga un vehículo de cuatro ruedas.
-Perdona. Lo siento, Amanda –solté una risilla.- En serio, deja que te lleve al menos hasta la entrada de la reserva.
-Y qué hago con la moto?
-La remolcaremos con el coche. –O te la llevaré a cuestas. Ja, ja.-
-Está bien
-Vamos. Quieres que te ayude?
-Gracias pero no.

La mayoría de los alumnos ya se habían ido, de modo que estábamos casi solos en el aparcamiento. Edward me siguió hasta el coche mientras remolcaba la moto.

-Es este
-Oh…-soltó con admiración. La verdad, no era para tanto.- Es genial. Es un C30?
-Sí. Tienes algo para sujetar a tu vehículo de dos ruedas?
-Creo que sí. –comenzó a rebuscar en las bolsas que colgaban de los laterales hasta que sacó una cadena especial para remolques.- Servirá ésta?
-Me parece que sí.


Se la quité de las manos y me arrodillé para colocarla, pero al hacer el ademán de poner la rodilla en el suelo, me sujetó el brazo.
La garganta volvió a estallarme en llamas al notar el calor de su piel a pesar de mi cazadora y de mi camiseta de manga larga. Pero lo que más me asustó fue, de nuevo, la corriente eléctrica que parecía hacer revivir mi corazón.

-Eh, eh, eh. Espera un momento. –me ordenó Edward. Luché por replegar mis colmillos antes de hablar.-
-Y ahora qué pasa?
-No pienso dejar que te arrodilles en el suelo mojado
-Otra vez no… -gemí
-Yo lo haré –me interrumpió haciendo caso omiso de mi gemido. Me arrebató la cadena de las manos y, tras arrodillarse, empezó a unir los vehículos.- Ñisto.
-Cuántos años tienes? –pregunté
-Diecisiete, por qué?
-Porque no es normal que un adolescente del siglo XXI actúe con modales propios del siglo XX o incluso anteriores. –Me sentía maleducada a su lado. Rió un poco-
-Mi primo dice que veo demasiadas películas antiguas. Que como siga así pareceré un abuelo de 100 años. -110, corregí para mis adentros.- A ti te lo parezco?
-Simplemente me extrañó. –Estaba más que acostumbrada a esos modales en casa y por parte de los otros vampiros.- Pero me gusta, se está perdiendo mucho la caballerosidad. Ahora piensan que ser caballero es ser machista, y no se parecen en nada. El machismo es el nulo respeto a la mujer como persona, mientras que la caballerosidad es todo lo contrario.- Se quedó callado y yo comencé a ponerme nerviosa.
-Tú también ves muchas películas antiguas no?
-Sí, yo también estoy obsesionada además de ser anticuada. Vamos, entra, te estás empapando.
-Pues tú no es que estés seca precisamente…-entré en el coche y cerré la puerta. Encendí la calefacción y quité el CD de Elvis. Puse otro al azar. Edward abrió la puerta y entró.- Siento estropearte la tapicería.
-No te preocupes.

Soundtrack: Claro de Luna -Debussy


-A que te refieres con lo de ser anticuada? –en ese momento empezó a sonar mi melodía favorita.- Claro de Luna?
-Te gusta la música clásica?
-Un poco, sólo me gustan mis favoritos
-Conoces a Debussy?
-Claro de Luna es una de mis piezas favoritas. 
-Cómo conociste la música clásica? Por tus padres?
-En el colegio, y yo les enseñaba lo que escuchaba. Y tú?
-A mis padres también les gusta. Carlisle y Esme me inculcaron el amor por la música desde muy pequeña.
-Por eso te consideras anticuada?
-Bueno, por eso y por varias cosas más.
-Cómo cuáles?
-Bueno… supongo que tengo la mentalidad de alguien de principios del siglo XX.
-A qué te refieres?
-Pues… que soy de esas chicas que piensan en casarse casi después de terminar los estudios, vivir en una pequeña casa, con su marido y sus hijos correteando por el jardín. Esas mujeres que se sientan felices cuidando a sus hijos y teniendo un marido que las quiera y que le salude con un tierno beso al volver cada día del trabajo. – Edward se quedó mirándome sin decir nada- Qué? Te asusté? 
-Cuántos años tienes?
-Diecisiete- respondí con rapidez
-Realmente pareces alguien de siglo pasado.- Tosí un poco para ocultar mi nerviosismo.
-Ya hemos llegado –me paré delante de la entrada a la reserva
-Gracias por traerme
-No se merecen. –sonreí y él me devolvió la sonrisa.

Hasta ese momento no me había dado cuenta: las gotas de lluvia caían poco a poco de su cobrizo y mojado pelo. Una gota cayó de la punta de su cabello a su rostro.
Cubrí mi mano derecha con la manga de la chaqueta y le sequé la gota de agua. Sus pulsaciones aumentaron considerablemente, y su respiración se volvió irregular.

-Elisabeth…- suspiró y se acercó un poco a mí.

Se iba acercando poco a poco, mirando mis labios mientras yo me quedaba hipnotizada e hiperventilando. No podía hacer nada, sólo podía pensar en él y en su aroma.

-Edward!? Eres tú!?- nos sorprendió una voz a lo lejos.

Era un muchacho musculoso, moreno, con el pelo negro y corto y vestido solamente con unos tejanos cortados a la altura de la rodilla. Un licántropo.


Chun, chun, chuuuuuuuuuuuuun!!
No os quejaréis, este ha sido largo!
Amanda: típico nombre de vehículo xDD
Discusiones estúpidas por ver quién es más caballeroso mientras ambos se mojan... en fin...