Mis Novelas.

Mis Novelas.

sábado, 29 de diciembre de 2012

Tentación./ 45º Capítulo.






-Pídeme de rodillas que no te haga nada (...) Vamos, ruégamelo!

-No me toques y apártate. Déjame y nadie saldrá herido.- avisé. Volvieron a reírse.
-Uy, la gatita se rebela.- bromeó otro y metió la nariz entre mi pelo, olisqueando.
-No me toques.- siseé. Di un cabezazo hacia atrás y escuché cómo su tabique se rompía con un ruido sordo. La sangre comenzó a chorrear.
-Puta!- intentó golpearme, pero esquivé el golpe con facilidad. Con una sacudida de hombros me solté del agarre.
-Sigues en tu misma postura?- pregunté al que había empezado todo esto.
-Vas a sufrir cómo nunca lo has hecho en tu vida, zorra.- estavez fui yo la que esbozó una sonrisa sarcástica.
-Tú lo has querido.- Dejé que mis colmillos se extendieran con libertad y sus ojos se abrieron mostrando un rostro completamente aterrorizado.
-Joder!- gritó.

Lo lancé de una patada contra una pared, empezó a chorrear sangre de su cabeza y se quedó inconsciente. Comencé a dejar en el mismo estado a los otros, pero intentando que el primero perdiera la memoria de un golpe, le rompí el cuello sin querer. Cosas que pasan.
Cuando los tuve a todos amontonados e inconscientes, llamé desde una cabina pública a pocos metros a la policía, diciéndoles la posición de los delincuentes y mientras llegaban, escapé.

Abrí la puerta del edificio grande y de colores claros un cuarto de hora después.

-Eh! Por qué huele a sangre humana?- preguntó Emmett.
-Dejé inconscientes a unos violadores.- contesté cómo si fuera algo habitual en mi vida- pero maté a uno sin querer.
-Cosas que pasan.- dijo para sí misma Rosalie.
-Voy a ducharme.

Subí al cuarto de baño del piso superior. Era amplio, sólamente equipado con un lavabo y espejo y una ducha espaciosa con hidromasaje.
Me quité la ropa sucia con polvo y sangre seca y me metí en la cabina. Dejé que el agua caliente corriera por mi dura y fría piel, mas aunque el agua estuviera hirviendo, no conseguiría que minutos después mi epidermis volviera a estar helada como el hielo. Suspiré, faltaban seis horas para ir al instituto a encontrarme con el muchacho de pelo cobrizo y ojos esmeralda que había puesto en dos días mi mundo, asentado durante un siglo, patas arriba.
Cerré el grifo de la ducha mientras me enjabonaba el pelo.
Mi miedo no había pasado. Seguía sin confiar en los licántropos y, lo que era peor, seguía sin confiar en mí.
Confío en ti me había escrito Edward. Ése era el problema: si confiaba en mí, sería más fácil hacerle daño si perdía el control.
Volví a abrir el grifo y el ruido del agua al chocar contra mi piel calló mi grito de frustración.
Apoyé la frente contra la pared llena de gotas mientras el ruido del agua me desconectaba del mundo. No podía dejar de pensar que estaba cometiendo un error al acudir. Entonces, sentí su cálido aliento en mi nuca y mi vello se erizó.

-Deja de preocuparte.-susurró con voz melodiosa.
-No puedo.- gemí.- Soy una maldita irresponsable.- le pegué un puñetazo a la pared. Afortunadamente, no la rompí.
-Sabes que no lo eres.- su mano acarició la mía y deshizo el puño que se había formado en ella mientras me acariciaba suavemente los dedos.- Sigue los dictados de tu corazón y tu instinto. Sé que no me harás daño, confío en ti.
-Pero...- comencé a protestar mientras me daba la vuelta para encararle.
-Sh....- me instó.

Sus ojos esmeralda atraparon mi mirada, y acarició con la punta de los dedos mi mandíbula y mis labios. Yo estaba paralizada, tanto que ni siquiera podía sentir vergüenza a que él viera que yo estaba sin ropa- Sus labios rozaron los míos con el tacto de unas alas de mariposa, cerré los ojos y solté un suspiro.

-Elisabeth!- los golpes de Alice en la puerta del baño me hicieron despertar de nuevo.- No intentes escaquearte, que nos conocemos!

Cuando abrí los ojos, Edward ya se había ido, llevando consigo su aroma, su ilusión incorpórea y mi razón.
Acaso ahora veía alucinaciones? El cerebro de un vampiro podía enfermar hasta tal punto? 
Cerré el grifo y salí de la ducha. Envolví mi cuerpo en una toalla mientras me secaba el pelo. Restregué el vapor del espejo para peinarme y tras haber desenredado todos los nudos, me quedé un rato mirando mi reflejo. Solté la toalla y esta cayó a mis pies, dejándome al desnudo delante del espejo.
Me sentía culpable y rara al mismo tiempo al pensar que, aunque con la alucinación había sentido vergüenza a que me viera como Dios me trajo al mundo, ahora que lo pensaba más profundamente, mi pudor se mezclaba con deseo de que lo que mi mente había reproducido con tanto detalle, fuera real.
Me golpeé mentalmente para espabilarme y salí del baño enfundada en un albornoz encaminándome hacia mi cuarto.

La luz de la luna infundía a mi cuarto los colores de una película en blanco y negro. Para unos, soledad, para otros, paz. Pulsé el interruptor y la estancia adquirió color. Nada había cambiado: el sofá- diván seguía en su sitio, pegado a la pared acristalada; la pared sin ventanas llena de estanterías de CDs con un reproductor de música y una televisión que pocas veces encendía y el libro de Romeo y Julieta desgastado por el uso continuaba rodeado por la mitad encima de mi sofá. 
Me encaminé al armario, pero me di cuenta de que sí había cambiado algo: en una silla reposaban varias prendas de ropa. Las examiné con precaución puesto que nunca se sabía cuando a Alice se le daba por vestirme como una Barbie. Parecía todo normal.
Tras haberme vestido, me miré varias veces en el espejo. Desde cuándo era tan superficial? Se suponía que los vampiros no teníamos complejos! 
Finalmente, me convencí de que los vaqueros pitillo oscuros con dos camisetas moradas superpuestas era un atuendo normal para un día de excursión un sábado en Seattle.
Alice llamó a la puerta.

martes, 25 de diciembre de 2012

Tentación. 44 Capítulo.





Soundtrack: The Volturi (Alexandre Desplat)



-No se suponía que habían muerto?- interrumpió Jasper.
-Qué haces aquí?- pregunté.
-Os escuché y no pude evitar intervenir. Ahora responde a mi pregunta.
-Yo... Bueno...
-Sí?- apremió
-Yo los salvé.- Admití cabizbaja.
-QUÉ!?-  exclamó Jasper. Inmediatamente, Alice y Carlisle aparecieron por el umbral.- TÚ... TÚ ESTÁS DESEQUILIBRADA, NO!? A... A TI LA PONZOÑA TE QUEMÓ LAS NEURONAS, CIERTO!?
-Otra pelea no, por favor...- gimió Esme.
-Jasper, cálmate...- intenté tranquilizarlo.
-QUE ME CALME!?- Alice le tocó el brazo.
-Jasper, Esme lo está pasando mal. Cálmate, cariño.- Él inspiró hondo varias veces.
-Perdona, Esme.- La aludida asintió.
-Jasper, puedes exponer tus opiniones a Elisabeth, pero de una manera calmada.- le recordó Carlisle.
-De acuerdo, empecemos de cero. A qué te refieres con que los salvaste?
-A quién salvó?- preguntó Alice.
-A los licántropos.- respondió. Mi hermana me miró entrecerrando los ojos.
-A qué esperabas para decírmelo?
-Realmente no pensaba hacerlo.
-Te importaría explicarnos todo desde el principio? No estoy entendiendo nada.- pidió Carlisle.

Hice lo que me pidió, intentando no hacer caso a sus pensamientos, sobre todo a los de Jasper.
Cuando terminé...

-Vale, muy bien. Sentiste el impulso (el cual todavía no consigo entender) de salvarlos porque eran sólo niños. Y por eso tuviste que matar a los cuatro vampiros que iban a salvarte?- preguntó Jasper.
-Realmente salvarme era una cosa secundaria, lo que querían era matar licántropos.
-Todos sabemos que uno de los instintos de los vampiros es matar licántropos, sobre todo para defenderse. Además, lo que cuenta es que a los que salvaste iban a matarte, mientras que los que mataste, intentaban ayudarte. Nadie te pidió que lucharas.
-Yo pedí a Riley que los dejara en paz, ya que a fin de cuentas eran sólo niños.
-Iban a romper el tratado.
-Lo sé, pero no entiendo que me pasó. Yo iba a irme!
-Sabes lo que harán los Vulturis cuando se enteren?
-Y por qué iban a hacerlo? Puede haber varios lobos con el mismo pelaje.
-Sabes que nadie puede mentir a Aro.
-Intentaré distraerlo. Pero en caso de que me ocurra no quiero que hagáis nada.- Abrieron la boca para protestar.- Prometedlo!
-A nosotros también nos matarán por incubrirte.
-Entonces id a decírselo.
-No vamos a decirle nada!- interrumpió Alice.- Por qué tienes una opinión tan mala de nosotros?
-No quiero que paguéis justos por pecadores.
-No vamos a abandonarte. Además, le has echo un gran favor a la humanidad.- sonrió un poco.
-No puedes tener ninguna visión?- pregunté. Negó con la cabeza.
-Están los licántropos de por medio.
-En todo caso, si consigues ver algo avísame.- asintió.- Voy a tomar un poco el aire, buenas noches. Jasper, lo siento.
-No sé cómo lo haces, pero eres la única que consigue hacerme gritar.- me mordí el labio inferior con culpabilidad y Jasper rió suavemente mientras me revolvía el pelo. Como si fuera una niña.


Salí de casa y comencé a correr hacia Seattle. No tardaría demasiado.

Fui recorriendo uno a uno los lugares por los que dentro de unas horas pasearía con Edward. Era ya cerca de la madrugada y Seattle sólo se veía viva por las luces unidas a la música sin sentido de las discotecas. Pasaban pocos coches por la carretera, y eso que estaba en el centro de la ciudad.
Decidí explorar el extrarradio, si fuera humana, no lo hubiera hecho ni en broma.

En esos momentos caminaba por los barrios -supuse- marginales de las afueras. Me lo decían los edificios de dos o tres plantas con las fachadas llenas de suciedad y cenizas. Apoyadas en los pocos árboles que el ayuntamiento había plantado allí pata embellecer aquella zona, estaban varias prostitutas; algunas fumaban intentando mitigar el frío y pasar el tiempo, esperando por un cliente. Al final de la hilera de árboles, un chulo discutía con una de ellas, incluso llegando a pegarle.

No había sido buena idea ir por allí. Un gato negro, lleno de pulgas y con un ojo arrancado en una pele, me bufó al cruzarse en mi camino.
Me dispuse a dar media vuelta e irme para casa cuando unos pensamientos soeces me asaltaron acompañados de un fétido olor a tabaco, alcohol barato y cocaína mezclada con marihuana.

-Eh, guapa, se te ha caído un papel.- me avisó el líder del grupo. Sus secuaces soltaron unas risitas.
-Ah, si?- pregunté por educación. No lo creía, pero miré al suelo de todas formas. Inocente de mí.
-El que te envuelve, bombón!- soltó. Las risitas anteriores se conviritieron en risotadas con un alto volumen.

Seguí caminando sin hacer caso. No me gustaban nada sus pintas, y mucho menos sus mentes.

-No te escapes, nena.- un escalofrío de terror y asco recorrió mi columna al oírle el tono en que lo decía.- vamos, quédate un poco más y tómate algo con nosotros, yo invito.- sonrió con sorna.
-No, gracias.- agradecí falsamente sin darme la vuelta y todavía andando.- debo volver a casa y antes encontrar el camino de vuelta.
-Te has perdido?- preguntó otro.
-Sí.
-Pues tranquila.- dijo el primero. Se agarró sus partes y se pasó la lengua por el labio inferior mientras miraba fijamente mi trasero.- yo te enseñaré todo lo que tienes que saber.

Los otros hombres volvieron a reírse estruendosamente y el sujeto líder rememoró todas sus anteriores violaciones. Ahora sabía de qué me sonaba su cara: había salido noticias por múltiples forzamientos sexuales a mujeres.
Rememoraba las caras de terror y sufrimiento, y cuando le pedían con lágrimas en los ojos que por favor no le hiciera nada. Y cómo él disfrutaba con eso.
Se me revolvió el estómago y mi boca comenzó a saber a cobre.
Apuré el paso, pero entre todos me acorralaron y me impidieron avanzar.

-Adónde crees que vas?- preguntó el capullo. Claramente era una pregunta retórica. Dio un paso adelante y me tiró del pelo levantándome la cabeza.- vamos a divertirnos un poco, qué te parece?
-Suéltame.- ordené entre dientes. Soltaron una risotada cínica y me soltó de un tirón la cabeza.
-Sí, es mejor que te puedas mover un poco. Si no no tiene gracia, verdad, chicos?- volvieron a reírse de nuevo.- Bueno, te vamos a dar una ventaja de 5 segundo. Apartaos un poco, muchachos. 4...3...2...1...- Intenté echarme a correr, pero dos me agarraron por los brazos. No quería matar a nadie más hoy. Por muy bastardos que fueran, yo no era nadie para decidir quién vivía y quién no. Pero me ocuparía de ellos de una u otra forma.- Uy, vaya!- exclamó con sorpresa fingida- qué lenta eres!
-Déjame marcharme.- siseé entre dientes.
-Pídeme de rodillas que no te haga nada.- ordenó mientras su adrenalina se disparaba, podía olerlo en su sangre.- vamos! ruégamelo!-me agarró del cuello, pero no notaba la frialdad de mi piel por el jersey de cuello vuelto.



Siento haber estado tanto tiempo fuera, pero tuve un montón de exámenes. Si alguien sigue ahi, gracias por tu paciencias :)

Regalito de Navidad :D