Soundtrack: River Flows In You- Yiruma
Fui hacia el pasillo cinco y repasé los nuevos ejemplares. Cogí dos de ellos que me interesaban y busqué otro para Tristán. Me sorprendía que alguien tan inteligente como él no leyera nada de literatura simplemente por placer. Me decanté por “El Código Da Vinci”, le haría pensar, y suponía que lo mejor para aquella mente despierta era una lectura participativa.
Cargué con los ejemplares hasta el pasillo dos. Lo encontré absolutamente sumergido en la lectura de un libro bastante grueso. Bufé cuando vi el titulo.
-Tristán, en serio, química general? La lectura es para viajar, para disfrutar, para evadirte de la realidad, no para hacer ejercicios de disoluciones!- Cerró el libro avergonzado.- Ven conmigo.- Lo llevé hasta los pufs apartados.
-Puedo hacerte una pregunta?
-Claro.
-Por qué venimos tan temprano?
-Porque no hay gente a esta hora, y podemos hablar con tranquilidad sin molestar a nadie.- Nos quedamos unos segundos en silencio.- Hay algo que me reconcome…- rompí el hielo.
-Qué cosa?
-No consigo entender cómo alguien tan inteligente como tú no lee ninguna obra literaria simplemente por placer.
-Hace años leí varios libros por probar pero no conseguía meterme en ellos.- Solté un suspiro, aliviada.
-Oh, pensé que era más grave!- exclamé emocionada.- Eso fue porque no conseguiste encontrar tu estilo de libro y desististe demasiado pronto. Pienso que hay un libro para cada persona. Yo también tuve una época de esas, pero era porque o el estilo del autor no se adaptaba a mí o simplemente porque la historia no me atrapaba. He encontrado un libro que tal vez te guste.- Le tendí el ejemplar de Dan Brown.- Has visto ya la película?- negó.- Perfecto. Si sabes el final de un libro ya no es lo mismo. Creo que el tipo de narrativa que pide la participación del lector es la que más te va. Eres una mente muy despierta y te aburre que te cuenten una historia sin que puedas participar en ella, que te lo den todo masticado, me equivoco?- Abrió la boca con estupefacción.
-Desde cuando lees mentes?- sonreí.
-Has probado con la poesía?
-Sí. Pero no la entiendo.
-Ese es el problema que tenéis todos los de ciencias. Necesitáis una solución para todo, todo tiene que tener una explicación, y tiene que ser blanco o negro.
-Te importaría dejar de insultarme?- interrumpió.- Te recuerdo que puedo hacer una lámpara con lejía. Un respeto, por favor.
-Perdona.- me disculpé y le di un rápido beso en la mejilla que él intentó devolverme en los labios, pero fui más rápida. Reí por lo bajo cuando se enfurruñó cual niño pequeño.- Tristán, el arte no hay que entenderlo, hay que vivirlo, sentirlo. O al menos eso es lo que pienso yo, aunque todos los profesores de literatura se empeñen en lo contario. Y la poesía es arte. No me malinterpretes, entender un poema siempre es mejor, pero yo soy feliz pensando que un poema habla de un amor imposible aunque hable de la muerte. En mi opinión, la poesía tiene todas las formas de interpretación que una persona puede darle.
-Te gusta la poesía tanto como a mí esnifar ácido clorhídrico, eh?- bromeó recordando mi insulto el día que nos conocimos. Nuestras risas se elevaron entre el silencio de la biblioteca.
Adelaida apareció entre dos estanterías de literatura francesa.
-Isolda, me voy a tomar un café. Puedo fiarme de vosotros?
-No.- susurró Tristán por lo bajinis, haciendo que me entrara un ataque de risa.
-Sí, sí, claro, Adelaida, ya me conoces. Me hago responsable si pasa algo.- prometí con lágrimas de risa en los ojos.
-De acuerdo.- nos dejó solos sin mucho convencimiento. Le pegué un puñetazo suave en el hombro a mi novio que se reía como un loco.
-Tú eres tonto? No me hagas reír así cuando intento parecer seria y responsable!
-No es culpa mía ser gracioso, es un talento natural.- se disculpó pagado de sí mismo.
-Eres más tonto que el que asó manteca.
-Bueno, dejemos de hablar de mí. Cuéntame algo sobre tu vida, que seguro es mucho menos interesante que la mía, pero es lo que hay si quiero ligar esta noche.- Bromeó haciéndose el engreído.
-Imbécil. Todavía no entiendo cómo pude enamorarme de ti.- Se puso serio de repente.
-Yo tampoco. Te miro ahora, enfrente a mis ojos, pudiendo tocarte con facilidad y me pregunto qué hice bueno en esta vida para tenerte, aunque no te merezca.- Sentí cómo un nudo se formaba en mi garganta de la emoción. Me levanté del puf, y tras él abrir sus brazos, me senté encima de sus rodillas y comenzó a acunarme entre sus brazos como una niña pequeña, aspirando el aroma de mi pelo después de besar mi coronilla. Apoyé mi frente en el hueco de su cuello.
-Jamás pienses que no me mereces. Cada día intento entender qué hay de especial en mí para que me hayas elegido. Y, aunque a veces me den ganas de clavarte un compás cuando dices esas tonterías de engreído, pienso en el gran hombre que eres: sensible, alegre, inteligente y romántico entre otras cosas; entonces pienso que no podría enamorarme de otro hombre.- Hice una pausa.- Stare cum mecum, amare.- susurré en el hueco de su cuello.
-Qué significa?- Intenté esconderme de su mirada al sentir cómo la vergüenza me invadía.
-Me… me da vergüenza decirlo en alto.
-Estamos solos tú y yo…
-Quédate conmigo, amor.- traduje con un hilo de voz. Su respiración se volvió irregular al compás que en mis mejillas se dibujaban dos pétalos de rosa.
-Jamás me marcharé, Isolda, a menos que tú así lo desees. No soy lo suficientemente fuerte. Tengo demasiadas razones para quedarme, amor mío.- Comenzó a susurrarme versos de Romeo para mi completa estupefacción.
¡Es la alondra, ay de mí! ¡La mensajera del día!
¡Ves esos celosos rayos que doran el horizonte;
las antorchas de la noche palidecen, y la aurora
se levanta sonriendo
entre las neblinas de oriente!
Debo irme y vivir, o quedarme y morir. (…)
Que me prendan, que me dean muerte! Dispuesto estoy, si eso es lo que quieres. Diré que aquel color grisáceo no es el amanecer, sino el pálido reflejo de la faz de Cintia y que no es el canto de la alondra el que llena la bóveda del cielo. Mas prefiero quedarme a marchar. Ven, muerte, sé bienvenida. Es lo que Julieta quiere.
Qué, mi amor? Hablemos, aún no es de día.
-Desde cuándo te gusta Romeo y Julieta?- pregunté, sorprendida. Alzó los hombros.
-No intentes comprender la mente de un tío adicto a las ciencias.- reímos.- Estábamos hablando sobre poesía, no?
-Ajá.
-Cuál es tu poeta favorito?
-Bécquer. Sobre todo cuando estaba ilusionado por el amor. Te gustaría que te leyera uno de mis favoritos?
-Isolda…
-Sí?- pregunté desencantada.
-Deja de robarme mis frases!- reí aliviada.
Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal.
¡todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor.
-Hay uno que explica muy bien lo que es la poesía para él, y con la que estoy completamente de acuerdo. –Me aclaré la voz y comencé a recitar de memoria.
No digáis que, agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira;
podrá no haber poetas; pero siempre
habrá poesía.
Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas,
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista,
mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías,
mientras haya en el mundo primavera,
¡habrá poesía!
Mientras la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista,
mientras la humanidad siempre avanzando
no sepa a dó camina,
mientras haya un misterio para el hombre,
¡habrá poesía!
Mientras se sienta que se ríe el alma,
sin que los labios rían;
mientras se llore, sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;
mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan,
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!
Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran,
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira,
mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas,
mientras exista una mujer hermosa,
¡habrá poesía!
Los ojos de Tristán estaban brillantes cuando terminé de recitar. Delineó con su dedo índice mis fracciones y sonrió con dulzura antes de susurrar
-Eres increíble, protoncito mío.- Se me escapó una risita cuando escuché el nombre que me había puesto el día que habíamos ido al museo de ciencias.
Al fin subi!! xDD
Yo también quiero que me llamen protoncito mío..
...*depresión again*
PD: no sé por qué los versos de Romeo me quedan raros... pero bueno, lo siento.
PD: no sé por qué los versos de Romeo me quedan raros... pero bueno, lo siento.
Oh... que mono, recitando a Romeo <3
ResponderEliminarPD: ale, primera en comentar! y eso que vine con retraso! (?)
Sois...sois unos frikis chungísimos, ¿lo sabeis verdad?
ResponderEliminar*hablando con los personajes* Bueno, seguro que hay una forma mas fácil y corta de decir la frase de Isolda en latín pero no me voy a poner a pensarla ahora... xD
Oye, te has olvidado completamente de Elizabeth y Eduard (xD) lo cual me alegra pero me dejas con la intriga de que coño es Edward y porque viven en La Push xDD (no será un licántropo verdad?) *trauma* Ea... hay siguiente, no? Lo leeré.
No lo he dejado, en cuanto termine con Turning Page seguiré con Tentación
Eliminarme gusta como las anteriores. son tan monos me encantan y los poemas son geniales. zeltia:) pd me gusta la musica y ese pianista es el que salio en numero uno, verdad? esque me suena mucho
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